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Amarillo Verde

 Eran las tres de la tarde, cuando en momento de incertidumbre comencé a pensar en algunas opciones del almuerzo, ya que a las doce del día solía comer, como su abuelo le había enseñado en los días en que compartían la mesa de la casa, y donde la abuela Juana ponía los cubiertos media hora antes, y cuando llegaban la hora punta del medio día, la mesa estaba servida de viandas, confiterías que servían como entre meses antes del plato principal, cuando los platos estaban servidos, algo aguachento y amarillento, llenaba el plato tendido de la abuela, quien nos día: "ya pueden servirse, coman", yo solo atinaba a pasear el cubierto por el borde de aquella comida, y ella en un momento de sinceridad, me decía que la comida es lo mejor que nos da la tierra, así que comienza a alimentarte, que hoy tienes trabajo con el abuelo en la siembra, y de curioso le pregunte el origen de aquel plato, que no me entraba por los ojos, ni lo saboreaba con las palabras que me entraban al entendimiento, entonces, ella modesta como siempre, silencio al abuela Roberto, quien me respondía de manera enérgica, la comida; a ver, me dijo, este plato es originario de argentina donde el zapallo crece como la mala yerba, y donde la alimentación a base de este alimento, es tan común como acá la papa, además en la actualidad existen unan gran variedad, con decir que sus hermanos o familiares del zapallo, son alrededor de tres mil, parecido a la papa que tenemos y sembramos en nuestra huerta, y de un momento a otro dejo la mesa y me saco un libro que no conocía, y comenzó a decirme, que una vez termine el almuerzo me acercara a la sala, para entregarme un regalo, por la curiosidad que tenía; per mi abuela quien no aguantaba el retraso en el trabajo, me jaloneo con las palabras y en la premura del tiempo, nos fuimos, dejando en el aire el pequeño regalo, que no llegue a conocer, porque ese día encontraría que mi abuela ya con la edad en cima, no tenía fuerza para hacer lo cotidiano de sus quehaceres, que muchos de mis tíos renegaban, cuando llegaban a casa; al día siguiente, ella que siempre nos preparaba el desayuno, ya no encontraba y mi abuelo, quien es un hombre de pocas palabras, me dijo que se había ido antes que el sol saliera, y que mis tíos, preocupados por su salud se la llevaron para atenderla. Fue ese momento que recordé aquello, que tenía en mente para regalarme, y que mi abuelo, después de su ausencia, guardo en un curto todas las cosas que mi abuela tenía, incluyendo el libro, que no me dio tiempo de buscarlos, porque con el trabajo y las chicas, uno olvida aquellos pequeños detalles, que siempre ella sabía entregarme. Tuvieron que pasar al rededor de diez años, para enterarme que el libro que tenía pensado dármelo, fue alguna vez de mi abuelo, quien cocinero él en su juventud, se compro para mejorar lo platos que tenía que preparar en su trabajo, y que después de casado con mi abuela, le cedió para que comenzara a tener esa misma rutina de comidas que le gustaban a él, entonces cuando ya nadie se encontraba en casa, y el abandono lo tenía por olvidado, mis tíos decidieron darle un uso dinerario al terreno, y vendieron aquello que tenía tesoros, que una de mis tías, Ana, había rescatado y por el cariño de la abuela hacia sus nietos, había encargado la entrega de aquello que había quedado pendiente, en un momento. Que cuando recordó en la calle en la calle el nombre de la comida, recordó el plato de la abuela y el libro que tenía ya en su poder, y que lo guardaba para en algún momento usarlo, con otra persona.

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